«Todavía no hemos llegado a saber quién es Gaudí. Era un hombre de futuro, como Da Vinci»
Etsuro Sotoo | Escultor

Escultor jefe en la Sagrada Familia, Etsuro Sotoo interviene a las 19.30 horas de hoy en el ciclo de charlas de La Bitácora XXI en Ibercaja Portales

«Todavía no hemos llegado a saber quién es Gaudí. Era un hombre de futuro, como Da Vinci»
Estíbaliz Espinosa (Publicado en La Rioja)
26 de noviembre de 2019

Etsuro Sotoo (Fukuoka, 1953) era un joven profesor de Arte de la Universidad de Kioto cuando decidió viajar por Europa. En 1978 recala en Barcelona y queda tan impresionado ante la Sagrada Familia que decide quedarse para esculpir en la catedral de Gaudí. Cuarenta años después continúa trabajando en esta gran obra del modernismo catalán, fundamentalmente en la fachada del Nacimiento. Se ha preocupado tanto por conocer al maestro como por ser fiel a su proyecto, un cometido que va más allá de lo meramente escultórico. Hoy nos visita, invitado por La Bitácora XXI, para hablar sobre 'La Sagrada Familia: Diálogo con la belleza. Arte, hombre y Dios al encuentro'.

-No solo trabaja en lo que le gusta, sino que lo hace en una catedral. Un privilegiado...

-Sí. Y además puedo entrar todos los días gratis en la Sagrada Familia.

-Allí empezó como picapedrero hace más de 40 años y ahora es escultor jefe. ¿Qué pasó por su cabeza cuando, con 25 años, llegó a Barcelona, vio esta catedral y decidió quedarse?

-Sentí una gran alegría, pero no como otros turistas que se quedan con la boca abierta mirando hacia arriba. Yo miré hacia abajo, hacia los bloques de piedra amontonada, y encontrarlos fue una gran alegría. Sinceramente, a mí no me importaba Gaudí ni la Sagrada Familia, simplemente la piedra.

-Pero piedras para trabajar hay en muchos sitios.

-Yo llegué con mucha ilusión a Europa. Primero fui a París, una ciudad perfecta, terminada, y me sentí muy triste por no poder hacer nada en aquella piedra. De ahí me vine a Barcelona y lo primero que encontré fue ese montón de piedra, y aquello me salvó.

-Al igual que Gaudí, quien para abordar el proyecto de este templo decidió relacionarse con Dios, usted también optó por abrazar la religión católica.

-Tengo que confesar que no me hice católico por religiosidad ni por espiritualidad, sino porque quería acercarme a Gaudí, mirar hacia donde él miraba. Y para mirar en la misma dirección tenía que estar en su sitio y su sitio, sí o sí, es la espiritualidad.

-Pero abrazar una religión es algo tan personal y trascendental... ¿Únicamente lo hizo por Gaudí?

-Tengo que explicar que de joven, buscando respuestas, yo, un poco bruto, me metí en toda la religión que encontraba.

-¿Por ejemplo?

-En el budismo más duro de Japón. Pero me metía hasta el cuello, y al final casi peleando, incluso físicamente, porque yo preguntaba al maestro y no me sabía contestar. La gente se cansaba de discutir pero yo no me cansaba de preguntar porque necesitaba respuestas. Al final me decían o entras o te marchas.

-¿Y ha encontrado respuestas en el catolicismo?

-Sí, de momento sí.

«Cuando llegué a Barcelona no me importaba Gaudí ni la Sagrada Familia, simplemente la piedra»

-¿Habla más con Dios o con Gaudí?

-Con la piedra. Veinte mil veces al día pregunto a la piedra si lo hago bien o no. Si no me contesta, entonces voy a la tumba de Gaudí a ver si me ayuda. Y una de mil, me ayuda.

-Usted es una de las personas que mejor conoce a este genio de la arquitectura. ¿Lo que más admira de él?

-Todavía no hemos llegado a saber quién era; Gaudí es hombre de futuro. Por ejemplo, hace quinientos años la gente no entendía lo que hacía Leonardo da Vinci cuando intentó crear submarinos y helicópteros y varios inventos que hoy conocemos y tienen un nombre. Hemos tenido que esperar casi 500 años para conocer bien a Da Vinci y confío en que no tardemos tanto en entender quién es y qué pensaba Gaudí, un señor adelantado en siglos. Creo que vale la pena venir para estudiarlo.

«Todavía no hemos llegado a saber quién es Gaudí. Era un hombre de futuro, como Da Vinci»

-Su trabajo se ha centrado fundamentalmente en la fachada del Nacimiento de la catedral, la única en la que intervino en vida Gaudí y declarada Patrimonio de la Humanidad. ¿La responsabilidad es mayor?

-Sí, lo que Gaudí empezó un japonés lo ha terminado. Y aunque él nunca pisó tierra de Japón, Oriente está en su espíritu.

-Y prueba de ello es ese simbolismo que impregna cada motivo y detalle de su trabajo.

-Sí, pero también porque es un adelantado, porque Gaudí con el simbolismo lo mismo da una respuestas que soluciona todos los campos, y eso es el futuro.

-¿Gaudí dejó todo dicho o escrito sobre cómo quería su catedral?

-Cuesta explicarlo, porque cuanto más se estudia y aprende sobre Gaudí, más equivocados estamos. Pensamos que para construir un edificio se necesitan planos, pero esto es el pensamiento de un siglo. Antes la gente pensaba que para construir con un maestro basta porque en su cabeza está el plano. Gaudí no dejó intencionadamente nada porque el plano nunca será perfecto al cien por cien. Gaudí nos dejó una guía y cada operario de cada época, adaptándose a ese concepto, inventa. El mejor plano es esa guía, es el amor. Eso es lo que Gaudí quiso dejarnos.

-¿Está satisfecho por cómo se está desarrollando la obra de Gaudí?

-Sí, está bien encaminada. Pero si me pregunta si estoy satisfecho u orgulloso, tengo que contestar lo contrario porque el orgullo siempre consigue fracaso. Lo importante de este templo no es cuándo se va a terminar sino cómo lo vamos a terminar; qué aprendemos mientras lo construimos, ese es el objetivo.

-Su finalización está prevista para el 2016. Para entonces usted tendrá 73 años. ¿Estará allí?

-Si Dios quiere, sí. Mi deseo es picar piedras hasta los 90 años, pero eso no lo decido yo. Yo soy solo una herramienta y si alguien me quiere utilizar, encantado.

Etsuro Sotoo

Esta publicación está relacionada con el tema: La Sagrada Familia: Diálogo con la belleza