Hace tres años sufrió uno de los momentos más duros en la vida de cualquier padre. Su hijo Ignacio, el héroe del monopatín, murió cerca del Puente de Londres a manos de un terrorista del Daesh cuando trataba de salvar la vida de una mujer. Ahora, con el paso del tiempo y la emoción contenida, cree que su muerte «fue útil y así lo habría entendido él». Joaquín Echeverría participa hoy, dentro del ciclo La BitácoraXXI, en la mesa redonda 'Ejemplos en tiempos de mediocridad' que se emitirá 'on line' en directo a través de Youtube.

– Sin duda serían necesarias más personas como su hijo...

– Creo que hay muchas personas como Ignacio, pero no todos los que serían capaces de ser tan generosos tienen la oportunidad de demostrarlo.

– ¿Cómo vivió aquel momento, hace más de tres años?

– Cuando supimos que había habido un atentado, pero todavía no sabíamos que había estado implicado mi hijo Ignacio, estábamos con preocupación porque había habido dos atentados recientemente, uno en una discoteca y otro en Westminster, y teníamos a dos hijos viviendo en Londres. Al día siguiente, que vimos que no aparecía, empezamos a preocuparnos, sobre todo porque no sabíamos dónde estaba y en qué condiciones. Nos preocupaba el sufrimiento por el que podía estar pasando. Supimos de su muerte cinco días después de haber fallecido y en ese momento, probablemente, sentí más alivio que dolor porque supe que había muerto y que ya no estaba sufriendo. Además, creí entender que había muerto prácticamente en el acto y pensé que no había sido demasiado doloroso y eso para mí fue un consuelo. Ahora, en este momento, no siento ningún dolor por su muerte. A veces, cuando hablo de Ignacio no soy capaz de controlar mis emociones. En este momento, me parece que su muerte fue muy útil, creo que él lo habría entendido así. Me emociona porque hay que reconocer que hizo algo por los demás que tuvo mérito. Rememorando su vida llego a la conclusión de que fue una vida con tropiezos y aciertos y errores y fracasos, pero fue una vida muy buena. En general, fue un hombre querido y además fue un hombre con mucha voluntad de portarse bien y hacer las cosas bien y me parece que fue una vida ejemplar.

– A día de hoy, ¿su hijo volvería a actuar igual?

– Hizo una cosa que tenía determinada. Unos días antes de su muerte, él estuvo en Madrid y en una reunión familiar, hablando de Westminster y de la muerte de un policía que se enfrentó al terrorista con un cuchillo, Ignacio dijo: Si yo hubiera estado en Westminster ese día ese policía estaría vivo.

– Viendo hoy las imágenes de fiestas en plena pandemia, ¿qué piensa?

– Sé que hay que huir del miedo e intentar hacer la vida lo más normal posible cumpliendo ciertas normas. En primer lugar, porque puede que las normas sean buenas para combatir el contagio y por otro lado, porque además, puesto que hay muchas personas que tienen mucho miedo, tenemos obligación de respetar ese miedo. En cuanto a la conducta de las autoridades, me parece vergonzosa. Dan normas para los demás y no cumplen ellos. Consejos vendo, para mí no tengo. Es una vergüenza que yo no me pueda reunir con más de seis personas para celebrar mi Navidad con mi familia y que ellos puedan reunirse 80 a cenar alegremente en el casino de Madrid.