El nuncio revela que el arzobispo de Burgos hablará con cada una de las monjas cismáticas
El arzobispo filipino Bernardito Auza, que impartió una charla en Logroño, confía en que el caso de las clarisas de Belorado esté «en vías de solución»

28 de mayo de 2024 / Pío García (Publicado en La Rioja)
El nuncio revela que el arzobispo de Burgos hablará con cada una de las monjas cismáticas
El nuncio, Bernardito Auza, minutos antes de su conferencia

El nuncio del Vaticano en España, el arzobispo filipino Bernardito Auza, ha impartido esta tarde una charla en Logroño sobre la Agenda 2030, un documento en cuyas negociaciones participó como observador de la Santa Sede ante la ONU. Quince minutos antes de su conferencia, organizada por La Bitácora XXI, monseñor Auza atendió a los medios de comunicación. Preguntado por las controvertidas palabras del Papa Francisco sobre el «mariconeo» en los seminarios –por las que hoy se ha disculpado–, el nuncio eludió dar una respuesta y pidió tiempo para «analizar las declaraciones en su contexto».

Sí que habló, sin embargo, de otro asunto que ha ocupado los titulares de la prensa española en las últimas semanas: la decisión de las clarisas de Belorado de abandonar la Iglesia Católica y colocarse bajo el auspicio del falso obispo Pablo de Rojas, excomulgado por la Santa Sede. Auza reveló que el pasado lunes por la noche, recién llegado de Roma, había acudido a la Nunciatura el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, que traía consigo el nombramiento de comisario pontificio. De esta manera, Iceta puede actuar en nombre de la Santa Sede en los tres monasterios implicados. Además, la madre abadesa de las clarisas de Belorado concluye mañana su mandato. «El arzobispo tiene ahora que hablar con cada una de las hermanas para ver lo que piensan y por qué han actuado así. Estamos en vías de solución», señaló Auza.

Agenda 2030

Bernardito Auza y Cleopas (Talibón, Filipinas, 1959) tiene una larga carrera diplomática. Arzobispo de Suacia (Montenegro), ejerce como nuncio en España desde 2019, aunque antes fue embajador papal en Haiti y observador permanente del Vaticano en la ONU. La Santa Sede, por decisión de Juan Pablo II, participa en los debates y en las negociaciones de Naciones Unidas, aunque no tiene derecho a voto. Durante sus años en Nueva York, monseñor Auza participó activamente en la discusión de los objetivos de la Agenda 2030 y su impronta fue decisiva en los documentos pontificios sobre la materia.

Para el nuncio en España, las «luces» de la iniciativa son evidentes: «Basta con leer los objetivos –ha señalado–. No hay nada que objetar porque son los grandes temas de la doctrina social de la iglesia: la lucha contra el hambre y la ignorancia, el cuidado de nuestra casa común, la emigración segura... La Santa Sede ha acompañado este documento desde su gestación».

Las «reservas» de la Iglesia católica –tal y como se expresan las reticencias en lenguaje diplomático– se centraron en los objetivos 3 y 5, en especial en «los derechos sexuales y reproductivos», términos que monseñor Auza considera «muy cargados» de connotaciones, y acerca de expresiones como «el empoderamiento de la mujer»: «La Santa Sede siempre ha preferido el término 'promover' al de 'empoderar' porque el segundo parece remitir a una lucha y la Iglesia considera más oportuno hablar de promoción». Del mismo modo, ha cuestionado algunos prinicipios por excesivamente utópicos: «En los Objetivos del Milenio se formulaba la necesidad de 'erradicar la pobreza extrema'; ahora se habla del 'fin de la pobreza' sin más. Quizá hubiera sido mejor, más eficaz, mantener el calificativo de 'extrema'».

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