Vientres de alquiler

Vientres de alquiler

Un mundo feliz está a las puertas de la humanidad. No el mundo que imaginamos y deseamos sino aquel mundo feliz que dio nombre a la famosa novela de A. Huxley donde los hombres, despersonalizados, eran engendrados en laboratorios. Su vida era placentera, pero inhumana.

¿Alquilar un vientre? La pregunta hubiera sonado a broma pesada o a provocadora hace unos años. Sin embargo, hoy día, esta pregunta se presenta como una muestra más de que la técnica ha desbordado los límites de la ética y de lo razonable. El desarrollo tecnológico ha sido espectacular y admirable en muchos sentidos. Pero también nos plantea la cuestión de saber hasta qué punto esta razón instrumental no está generando monstruos que pueden devorar a la humanidad.

Resulta paradójico que en una época donde se idolatra lo natural, y todo lo ecológico adquiere la categoría de valor sagrado indiscutible e intocable, al que debe subordinarse cualquier beneficio económico o social, los únicos ámbitos donde se permite comportamientos antiecológicos son los que se refieren a las personas. Como ha señalado algún pensador asistimos al proceso de personalizar el trato animal y animalizar el trato humano.

El método natural de procreación ha consistido desde el principio de los tiempos en la unión de dos seres humanos – hombre y mujer- que generaban de modo deliberado o accidental un nuevo ser que era gestionado por la madre –no se planteaba otra posibilidad- y posteriormente era criado, habitualmente por los progenitores. La sociedad completaba el desarrollo humano a través de la herencia cultural, tan necesaria como la biológica. Este nicho ecológico se ha roto disociando la procreación, de la gestación y la paternidad social. Los padres biológicos no tienen por qué coincidir con la maternidad gestante – vientre de alquiler- ni con la paternidad social.

Vientres de alquiler

No se trata de una cuestión ideológica, sino de una posibilidad técnica y del uso social de una práctica en la que, los que más tienen que perder son los más débiles. En primer lugar para la mujer gestante, cuyos vínculos emocionales con la criatura que crece en su vientre se romperán y posiblemente generen una situación emocional desgarradora tras el parto. Cuesta creer que existan mujeres voluntarias y altruistas para semejante desgarro. Solo la mercantilización de la mujer puede explicar, que no justificar, tal drama.

Situación compleja y difícil de adivinar para el hijo que puede quedar confundido con la pluralidad de madres, desconocedor del vientre que lo crió y las entrañas que lo llevaron durante su gestación.

Pero también problemático para la sociedad en la que se rompe el estrecho vínculo ecológico que siempre ha existido entre procreación, gestación y educación. Estamos ante el interrogante de qué pasará con esta nueva praxis que ya es posible técnicamente, pero que plantea debates éticos, legales y sociales. Un nuevo horizonte se abre cargado de dudas y de potenciales peligros. Aquí no valen las divisiones ideológicas habituales de derecha e izquierda. Tanto movimientos feministas, como grupos conservadores y religiosos han alzado su voz.

Es de agradecer que el Comité de Bioética de España haya elaborado un documento que sirve de guía para cualquier ciudadano que quiera adquirir criterios sólidos al respecto, más allá de titulares y controversias llamativas.

Es muy pertinente plantearnos las siguientes cuestiones:

  • ¿Es ético alquilar el vientre de una mujer?
  • ¿Es indiferente para la mujer y la nueva criatura disociar la gestación de la paternidad?
  • ¿Está el derecho a la paternidad por encima de los límites biológicos?
  • ¿Qué opinan los expertos al respecto: médicos, juristas, filósofos?

Celebrado el martes, 24 de octubre de 2017, en Salón de actos Colegio Oficial de Médicos

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Ponentes


José Miguel Serrano Ruiz-Calderón

Miembro del Comité Nacional de Bioética

Recogido en la prensa


La gestación subrogada a debate La Rioja


Fotografías del evento


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