“El aire que respiramos está compuesto de oxígeno, nitrógeno e internet”, decía un pensador. No podemos vivir sin la nueva revolución digital, más profunda que la revolución industrial.

En efecto, vivimos en una época con más medios y posibilidades que nunca pero también con más riesgos y amenazas que en ninguna otra. Internet y las nuevas tecnologías están siendo una revolución más que instrumental no ya que afectan al propio ser humano y nuestras relaciones.

Suele decirse que el teléfono móvil acerca a los que están lejos, pero alejan a los que están cerca. Un ejemplo de la cara y la cruz de esta revolución digital, como lo es también la que afecta a nuestra propia condición de persona.

Como ha señalado Silvia Barrera, una de nuestros ponentes: “Hemos banalizado Internet. No le hemos dado la importancia suficiente al hecho de que estamos colgando nuestra vida en Internet”, lo cual si ya es peligroso, “aún lo será más para la generación que desde la adolescencia están colgando su vida en las redes sociales y las posibles consecuencias de todo tipo que tendrá para ellos cuando sean adultos”.

No se trata de una cuestión baladí, ya que la libertad, “uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los dioses”, tal como dijo D. Quijote tiene una estrecha relación con la privacidad. Cuando se carece de intimidad somos menos libres, porque nos condiciona la opinión de aquellos ante quienes estamos expuestos.

En definitiva, gozamos de una tecnología que nos facilita la vida, la comunicación, democratiza el acceso a la información y a la opinión, posibilita la adquisición de productos en cualquier parte del mundo, pero todo ello deja una huella digital, una información que puede contribuir a la pérdida de intimidad si no actuamos de modo racional y si no hay garantías de buenas prácticas por parte de quienes poseen esos datos.

Ante estos riesgos y oportunidades queremos plantearnos algunas cuestiones que nos ayuden a un desarrollo personal y social sin perder lo específicamente humano, porque no podemos olvidar que lo más importante no es el teléfono o pantalla, sino la persona que está al otro lado del mismo. Entre otras, intentaremos responder a las siguientes cuestiones:

• ¿Cómo ha cambiado nuestra vida más cotidiana desde que podemos estar conectados a internet a través del móvil? Por ejemplo, ¿nos inclina a la frivolización y a la sobre exposición de nuestra intimidad?
• ¿Qué beneficio aporta la explotación de datos en el ámbito digital, y cómo afecta a la privacidad?
• ¿Cómo proteger mejor a los menores en este nuevo mundo y ayudarles a que saquen lo mejor de él?
• ¿Qué beneficios nos aporta el buen uso del nuevo ámbito digital?. ¿Estamos sabiendo aprovechar los medios?
• En definitiva: ¿Qué debemos tener en cuenta para optimizar las oportunidades y minimizar los riesgos de las nuevas tecnologías?

Ponentes

Antonio Vargas

Director de Relaciones Institucionales de Google España

Silvia Barrera Ibáñez

Inspectora de policía

Fotografías del evento