Darío Villanueva, Premio Umbral
"La apropiación cultural propone formas de indignación disparatadas"
El académico y profesor gana el Premio Francisco Umbral al Mejor Libro del Año por su obra'Morderse la lengua', de la editorial Espasa.
/ ANTONIO LUCAS (Publicado en el diario El Mundo)Darío Villanueva, ex director de la Real Academia Española y académico de número de la RAE, pasó tiempo observando una anomalía instalada a lo largo en las sociedades occidentales. Está en el habla, en la escritura, en las relaciones sociales, en los comportamientos, en uso de la política (principalmente), en casi todo. Esa anormalidad se fue incrementando en los últimos años y entraron nuevos elementos dispuestos a zarandear un tablero de juego con reglas cada vez más recalcitrantes, más perversas. El término con el que se abrazó esta irregularidad de la convivencia prosiglo XXI viene de unas cuantas décadas atrás, pero en los últimos años tomó impulso: es la corrección política, una de las formas de la censura posmoderna.
A saber un poco más de los antecedentes, los motivos y las consecuencias de esta posible disfunción de la convivencia dedicó Villanueva un vasto tiempo de escucha, lectura y estudio. Y de ahí salió un ensayo: Morderse la lengua. Corrección política y posverdad (Espasa). Análisis de un momento del mundo en el que la conversación, el trampantojo de la verdad, las mentiras volanderas y las penalizaciones morales cotizan al alza. Cada vez se puede decir menos de casi nada. Y de ahí este trabajo, un ensayo destacado ayer con el Premio Francisco Umbral al Libro del Año, dotado con 12.000€ euros y que suma una escultura de Alberto Corazón.
Bulos, engaños y nuevas tendencias del lenguaje son los materiales sobre los que despliega Villanueva sus certezas y sospechas. Cada una de esas malformaciones se cobija bajo un paraguas general, un sintagma cargado de malas intenciones: la corrección política. Esa corrección política que en principio no es ejercida como la censura de siempre por el poder político o las Iglesias, sino por entidades gaseosas surgidas de la sociedad civil, que no llevan a golpes a la cárcel pero propician campañas implacables de desprestigio y estigmatización. Es decir, capaces de decretar la muerte civil de cualquiera. Lo que se denomina: cancelación. "Todo esto se extiende ahora como una mancha humana, por decirlo con un título del novelista estadounidense Phillip Roth", explica Darío Villanueva. "La corrección política nace en los 60 en algunas espacios universitarios de EEUU y se viste de aquello que Herbert Marcuse denominó la 'tolerancia represiva', que es un concepto tan audaz como paradójico".
Pero lo preocupante, dice el autor, catedrático de Teoría de la Literatura en el Universidad de Santiago de Compostela, es cómo el poder político se ha ido apropiando de la mecánica de esa corrección perversa para aplicarla a su favor como otra expresión de la censura. «Al final es un bucle: la censura da paso a la corrección y ésta devuelve el poder a la censura». Un bucle que también cuenta con fuerzas de resistencia. "Afortunadamente veo también una reacción a todo esto. Y creo que uno de los momentos álgidos de la protesta contra la cancelación, la corrección y demás, fue el manifiesto que publicó la revista estadounidense Harper's Bazaar -en julio de 2020-, firmado por escritores como Margaret Atwood, John Banville, Salman Rushdie, Martin Amis y J.K. Rowling; e intelectuales como Noam Chomsky, Gloria Steinem o Enrique Krauze. Por eso no tengo una sensación pesimista sobre este asunto".
Tampoco en los medios de comunicación solventes ve Villanueva alarma de censura. "Leo aportaciones interesantes sobre este problema. Hay respuestas gallardas a la situación, contra esa corrección liquidadora". La incidencia en el lenguaje de la corrección, la trampa, la postverdad y otros venenos es uno de los espacios de estudio en los que el autor de Morderse la lengua más ha explorado, con Donald Trump a la cabeza de la ignominia.
Respecto al lenguaje inclusivo, dice: "Hay modas inviables que terminarán desapareciendo". ¿A cuáles se refiere? "Entiendo que el doblete de género se utilice en ciertos asuntos para aclarar mejor las cosas, pero entorpece mucho cuando se obliga su uso como imposición en cada caso cuando es innecesario. El tiempo lo irá puliendo y asentando".
¿Y hacia dónde vamos en este tiempo rigurosamente vigilado? "De momento hacia la certeza de que las grandes reivindicaciones de la historia de la humanidad no se podrán resolver reducidas a microreivindicaciones por grupos de identidad. A lo que nos ha llevado esto, entre otras cosas, es al asunto de la apropiación cultural, otro mecanismo de censura que propone indignaciones tan disparatadas como la de arremeter contra el presidente de Canadá, Justin Trudeau, por una foto de juventud en la que aparecía disfrazado de Aladino".
Entre las tesis de Villanueva está también que la corrección, como la postverdad, compromete los límites entre realidad y ficción. "Porque ya no vale el escrutinio de la razón ni tan siquiera el sentido común. Las palabras ya no sirven para designar lo que existe. No se le da ya la razón a Aristóteles cuando afirma que falso es decir que lo que es, no es, y que lo que no es, es. Y verdadero, que lo que es, es, y lo que no es, no es».
Entre los premiados en ocasiones anteriores están los libros Patria, de Fernando Aramburu (2016); Sur, de Antonio Soler (2018); Tiempos recios, de Mario Vargas Llosa (2019); y Las maravillas, de Elena Medel (2020).
El jurado -integrado por Manuel Llorente, Carlos Aganzo, César Antonio Molina, Fernando R. Lafuente, Fanny Rubio y Santos Sanz Villanueva- destaca que después de Transición, de Santos Juliá, esta es la segunda vez que se otorga este premio a un ensayo. "En este caso, una obra de lectura relevante en estos momentos de despiste y confusión de la sociedad". Una sociedad zarandeada en algunos frentes por el doble fondo, la amenaza, el truco y la superchería. Sobre todo política. Incorrecta política.