El uso de las tecnologías a través de internet ha cambiado todos los aspectos de nuestra vida. Formamos parte –a veces de manera inconsciente- de un mundo hiperconectado, el ciberespacio, que ya resulta imprescindible para nuestra comunicación, actividad económica, educación, ocio, servicios… para nuestra sociedad, en definitiva.

Pero, a diferencia de los medios físicos tradicionales en los que el hombre ha desarrollado y regulado su actividad durante siglos–tierra, mar y aire- el ciberespacio representa un paradigma por sus características únicas:

• Es un dominio artificial (está hecho por el hombre), al que no se le aplican los límites de espacio y tiempo tal como estamos acostumbrados: Las comunicaciones son instantáneas de un extremo al otro del mundo, y es muy difícil establecer fronteras, rompiendo el concepto de soberanía sobre el que está basado el orden mundial.
• Es nuevo y cambiante (se ha creado y desarrollado en poco más de dos generaciones) e incorpora avances a un ritmo difícil de asumir: Hasta tal punto que la integración de tecnologías disruptivas como el “blockchain”, “big data” y la inteligencia artificial, así como el internet de las cosas (IoT) o el lanzamiento de las redes de comunicaciones móviles de quinta generación (5G) pueden suponer una revolución mayor para la Humanidad, y en un plazo más corto, de lo que ha sido la propia internet.

Este universo de nuevas posibilidades que se abre ante nosotros alberga también muchos retos y riesgos para nuestra seguridad: Las características del ciberespacio y el uso extensivo que hacemos de la tecnología nos hacen vulnerables como individuos y como sociedad, de manera que palabras como “hacker”, “ciberdelincuente”, “ciberterrorismo” e incluso “ciberguerra” se han incorporado a nuestro vocabulario cotidiano, y los ciberataques ya se consideran como una de las principales amenazas para la estabilidad mundial.

Igualmente, el ciberespacio ha consolidado que “el dato sea el petróleo del siglo XXI”. La captación y análisis masivo de los datos permite avances beneficiosos, pero también constituye un riesgo para nuestra privacidad. Nuestra “identidad digital” es mucho más detallada y pública de lo que nos damos cuenta, y se puede utilizar en nuestra contra. A nivel social, las redes sociales son el terreno óptimo para operaciones de desinformación, “fake news” e influencia en la opinión pública. Los efectos de estas campañas de “infoxicación” se han mostrado especialmente peligrosos en países de nuestro entorno ante procesos electorales, constituyendo una seria amenaza para nuestra vida en democracia y libertad…

¿Somos conscientes de las distintas amenazas a las que estamos expuestos en el ciberespacio?

¿Cómo se utiliza nuestra información personal, en nuestro beneficio o en nuestra contra?

¿Qué podemos hacer, como ciudadanos y como sociedad, para protegernos?

Ponentes

Ana Castellanos (Moderador/a)

Periodista y Presidenta de la Asociación de la Prensa de La Rioja

Fernando Morón

Coronel de Transmisiones del Ejército de Tierra

Fotografías del evento